Hace apenas unos días que terminamos el I Seminario Internacional Canteras y Biodiversidad. Esa misma noche algunos de nosotros cenábamos, comentábamos y reflexionábamos con Joaquín Araujo sobre lo acontecido. Entre lo dicho, algo muy importante que destacar: en el último medio siglo, prácticamente lo que llevamos (Quine y yo luchando por su conservación), el 50% de la naturaleza del mundo ha desaparecido. Han desparecido bosques, tierras fértiles, recursos pesqueros, humedales, litoral, especies y espacios muy valiosos y ya no recuperables.
Nos encontramos ante una oportunidad de planificar con sentido común el aprovechamiento de los recursos naturales. Joaquín equiparaba desenterrar con desentrañar y ponía de manifiesto lo grave del hecho ante el panorama en el que nos encontramos. Lo dejaba ahí. Desenterrar recursos importantes de la tierra para transformarlos en bienes de consumo necesarios para la vida de la sociedad actual. Arrancarlos. Su aprovechamiento no puede implicar sistemáticamente destrucción.
Nos sentamos durante horas el pasado día 3 de abril para tratar de poner en común la hoja de ruta a seguir para minimizar, mejorar y optimizar los efectos en la naturaleza de la actividad minera. Una conclusión: aún estamos a tiempo. Comunicación, entendimiento, equipos multidisciplinares investigación o transparencia son temas que resumen las conclusiones de lo allí tratado. Hay suficiente conocimiento que se debe de implementar, para ponerlo en práctica en explotaciones, en canteras en las que de su restauración se puedan obtener resultados que en algunos casos pueden ser muy beneficiosos para la biodiversidad.
Las canteras explotan rocas industriales en los lugares donde se haya el recurso. Unas veces se encuentran en lugares cuya naturaleza ha sido perturbada y otras no. Unas veces se encuentran en terrenos de monocultivos cerealistas y otras en espacios de un alto valor ecológico. Unas veces el daño es mayor que en otras. En algunas ocasiones el resultado final de la restauración puede ser en términos de biodiversidad mejor que la situación de partida. En otras, el daño va a ser irreparable. Ha de ser bajo todo punto evitable y si no lo es, el resultado va a ser negativo en términos de conservación, en términos de biodiversidad y de capital natural.
Llevamos trabajando en restauración de canteras en mi equipo veinte años. En nuestro caso la sensación es muy gratificante dado que nos encontramos con explotaciones en lugares donde las afecciones no han sido muy significativas, pero lo han sido. Nos esforzamos por estudiar y pensar en diseños en los que los trabajos de restauración ayuden a la regeneración de los procesos naturales del interior del hueco minero, de su entorno mas próximo y de sus ámbitos de naturaleza más relacionada como son las cuencas. Pensamos en el factor corredor natural, en el apoyo a la biodiversidad y en la ayuda y mejora a esta. Nos fijamos principalmente en grupos y sucesiones vegetales autóctonas, y a ser posible amenazadas. Es una oportunidad de oro para plantar especies que están en problemas. Si hay que trabajar un caso especial, olmos que sean inmunes a la grafiosis, los plantamos; quizás así se multipliquen y volvamos a ver olmedas en el centro de España. Matorral mediterráneo original, zonas esteparias, gypsicolas; un tomillar, un coscojal, por qué no un espartal.
Trabajamos con las especies polinizadoras, ayudado a crecer plantas nutricias para las mariposas, creamos lugares de nidificación de bombus, apoyamos la proliferación de las abejas silvestres. Los anfibios que por culpa de un hongo se nos van, son uno de nuestros objetivos de conservación. Los murciélagos, y las aves que aprovechan los cortados y los cambios de relieve en el terreno que, como la collalba negra, el abejaruco o el avión zapador se están haciendo especialistas habitantes de viejas canteras restauradas. Y muchas cosas nuevas que paulatinamente y con la incorporación en los proyectos de nuevos especialistas vamos descubriendo. Formamos parte de equipos de personas de vocación empapada de conservación. Debatimos y consensuamos los diseños, las ideas. Los convertimos en proyectos y los ejecutamos.
La minería está obligada a restaurar durante y una vez finalizada su actividad extractiva. Hay hoy en día muy poco dinero para la conservación. O ninguno. No paro de pensar en la obligación y responsabilidad que tenemos de animar a esta industria, que está obligada por ley, a gastárselo con criterio y a contar con estos equipos multidisciplinares de gente que sabe mucho y que lo hace muy bien. La mayor de las satisfacciones no es ver cómo crece un bosquete mixto de encinas, quejigos, lentiscos, lavandas y romeros; es ver como un ingeniero de minas responsable de una explotación, disfruta más que tú al verlo y al hacerlo.
Estamos en un momento en el que la industria minera se ha convencido de que este es el camino, la manera de hacer cosas. No ir por esta vía es ir completamente en dirección contraria. En el seminario quedó plasmado de forma palmaria que hay que aunar conocimiento, esfuerzo y recursos para que esta actividad deje de tener un balance negativo y lo haga de forma contraria. Parece ser que voluntad hay. Ejemplos de cómo hacerlo allí se vieron y se conocieron muchos. Ejemplos de cómo no, también. Y desgraciadamente hoy en día son los más.
Terminando la cena Joaquín, quien sin duda habla desde otro nivel, desde otra altura y con una autoridad absolutamente indiscutible, nos dijo lo que más le preocupaba y lo quiero compartir con todos ustedes. Algo que está en grave peligro de extinción hoy es poder decir la frase AÚN ESTAMOS A TIEMPO.
Autor: Beltrán de Ceballos Vázquez. Director de Plegadis Consultores. Trabaja en el equipo multidisciplinar de restauración de canteras de Lafarge Holcim.